El amor es un sentimiento tan puro, intenso y especial que parece inamovible… pero solo hay que echar un vistazo a la historia para comprobar cómo ha cambiado su concepto en todo este tiempo. El amor que vivimos hoy en día no tiene nada que ver con el que se sentía hace dos siglos. De hecho, seguramente sea diferente al de hace dos décadas. El amor, como emoción, puede ser muy complejo de explicar, pero se ha convertido en algo más. Es un constructo social que “mueve el mundo”. Un concepto que nos hemos inventado para explicar ciertas cosas que normalmente escaparían a la razón y a la lógica. Porque por amor, al parecer, se hacen locuras. Porque el amor, por lo visto, es ciego. Y es que enamorarse significa darlo todo, y a veces eso puede ser perjudicial porque si no obtenemos lo mismo, puede doler bastante.
Tal vez por eso el amor de hoy en día no duele tanto, ni es tan intenso. O es que ya no es amor, sino otra cosa distinta, ni mejor ni peor, simplemente diferente y más interesante para los que vivimos en estos días de agobios y prisa. Tal vez ese amor romántico imperecedero ha dado paso a relaciones más puntuales, donde el sexo es el protagonista. Tal vez el ser humano solo necesita abrir un poco la mente y contar con las herramientas adecuadas para entrar en esa nueva era de verdadero amor libre. Y ahora, con Internet, todo es mucho más sencillo. La llama se prende más fácilmente cuando podemos encontrar a nuestra media naranja sexual en una aplicación que llevamos todo el día encima, en nuestro dispositivo móvil. Y sí, estamos hablando de Tinder, algo más que una plataforma para encontrar pareja o ligues de una noche. La revolución que ha impuesto esta aplicación se hace más que patente en nuestro día a día, especialmente en los jóvenes, que ahora han encontrado una alternativa a salir a ligar como siempre. Algo diferente, nuevo y original que además parece facilitar ese “amor” de usar y tirar, tan placentero como dudoso.
Una aplicación muy popular
Tinder es una aplicación que nace en 2011, y comienza a tener una gran popularidad a mediados de la década pasada. Se trataba de una especie de red social o plataforma de citas en las que podíamos encontrar tanto hombres como mujeres interesados en tener encuentros. Esto no significa que vaya a haber sexo, ni mucho menos, pero si que es cierto que con el tiempo, Tinder se ha ido enfocando más en los polvos de una noche o One Night Stand. La mayoría de usuarios, tanto chicos como chicas, buscan relaciones esporádicas, y a través de su sistema de matchs consiguen citas muy rápidamente. En la app hay un chat a través del que se puede hablar, pero lo común es que si la cosa fluye, la potencial pareja se de los teléfonos o los perfiles de Instagram y empiecen a hablar por allí de una forma más íntima.
La aplicación ha tenido un impacto tan brutal en nuestra sociedad que hoy en día incluso vemos cambios notables en la forma en la que los jóvenes se relacionan buscando sexo. Han salido muchas parejas estables de Tinder, porque al fin y al cabo el conocerse y tener un rollo puede ser el inicio de algo mucho más fuerte, casi sin esperarlo. El éxito de Tinder es haber sido capaz de convencer a todos los solteros de que el resto están ahí, en esos perfiles, y quitarles de encima los prejuicios de ligar por una app. Hoy es lo más normal del mundo tener esta aplicación instalada en el teléfono si estamos solteros y queremos pasar un buen rato con alguien especial. Para muchos, de hecho, Tinder se ha convertido en un auténtico bálsamo contra la soledad. Y esto también puede ser beneficioso, pero igualmente perjudicial si no sabemos controlarlo.
Los jóvenes, más abiertos en lo sexual
Tinder es una aplicación que aúna a usuarios de todo tipo y edad, pero es cierto que la mayoría de ellos se encuentran entre los 18 y los 35 años. Los jóvenes que ya han crecido con Internet, los que han abierto la mente también en lo sexual mucho antes, están acostumbrados a este tipo de apps. Las ven con una herramienta más para encontrar pareja, algo que resulta complicado si seguimos las mismas “reglas” que antes, yendo a una discoteca o a un bar, por ejemplo. Ahora ya no da tanto corte mostrarse sexualmente activo y demostrar que estamos buscando una aventura, una noche de simple placer, o quizá algo más. Y en esto también tiene mucho que ver la influencia del porno, que está ahora más de moda que nunca por lo fácil que es acceder a este tipo de contenidos.
El porno tiene mucho que ver en esta perspectiva
El porno está teniendo una influencia mucho más significativa en las nuevas generaciones por una razón muy obvia y sencilla: hoy todo el mundo puede acceder a ver porno en cualquier lugar. Internet ha llevado el contenido explícito a un nuevo nivel, un lugar recurrente y paradigmático para nuestra sociedad. Los jóvenes comienzan antes a ver porno y en muchas ocasiones, este contenido es su única fuente de información en lo que al tema sexual se refiere, con los prejuicios que eso puede provocar. Estar tan expuestos a la pornografía, al sexo solo por placer, hace que los jóvenes no solo normalicen esa actitud, sino que la vean como un objetivo a lograr. Esta cada noche con una pareja diferente es divertido, excitante, se sale de la rutina…
Muchos expertos han catalogado a Tinder como “porno de la felicidad”, ya que genera un tipo de relaciones totalmente falsas, por lo cortas que son, pero supuestamente ideales. Y es que no da tiempo a empatizar o conectar emocionalmente con la otra persona. Ambos van buscando solo sexo, y eso es lo que obtienen. Esto no debería tener nada de malo siempre que sepamos gestionar esos sentimientos y esos deseos como es debido. Porque las relaciones no son así, tal y como aparecen en Tinder. Empezando por el propio hecho de que, para lograr destacar, los perfiles en esta aplicación suelen ser bastante sesgados. Fotos retocadas, descripciones milimétricamente medidas para mostrar lo mejor de nosotros… Todo es demasiado perfecto, como en el porno, pero muy poco real.
Podría llegar a ser un problema
De la misma forma que muchas personas están desarrollando una malsana adicción al porno, Tinder también puede convertirse en una obsesión para los usuarios. Algo que cada vez se puede ver más en la forma en la que los jóvenes enfocan las relaciones. Ante una oferta tan amplia, no dan oportunidades ni opciones a aguantar con una persona más de dos o tres citas. Tienen a otras esperando, así que, ¿para qué conformarse? Es lo mismo que tratar de disfrutar del sexo en la vida real como vemos en las escenas porno, algo totalmente absurdo al ser aquello ficción. Debemos tener los pies en la tierra y saber por dónde nos movemos, para evitar que esta herramienta empiece a jugar en nuestra contra.