En occidente, gracias a webs para adultos como ilove.porn, es muy fácil consumir vídeos pornográficos. Sin embargo, no es igual de sencillo otras partes del mundo. En Arabia Saudita, sin ir más lejos, la censura del porno está a la orden del día, siendo completamente ilegal su producción y consumo.
Para conocer la historia de Masayuki Nakamoto tenemos que transportarnos ni más ni menos que hasta Japón. Un país en el que, si bien es cierto que el porno no es ilegal, sí que existe censura relativa a este tipo de contenido.
La censura del porno en Japón
En la actualidad, esta forma de censura viene relacionada con la interpretación que hacen las autoridades japonesas del artículo 175 de su código penal, una ley que prohíbe terminántemente distribuir material indecente. Por ello, los vídeos pornográficos producidos en el país están censurados (al menos parcialmente) con imágenes pixeladas.
Si bien es cierto que en Japón tampoco se toman muy en serio la vulneración del mencionado artículo 175 de su código penal, en algunos casos los acusados de infringirla han tenido que pagar multas bastante serias, como el de un famoso dibujante a quien impusieron una multa de 1,5 millones de yenes (11.545.621,79 pesos argentinos) por aplicar una censura insuficiente en uno de sus mangas eróticos.
Una IA contra la censura del porno
El caso de Masayuki Nakamoto, de 43 años de edad, va algo más allá. Y es que este ciudadano japonés gestionaba un sitio web pornográfico en el que subía vídeos sin cesura. Para lograrlo, entrenó a una inteligencia artificial (IA) para que fuera capaz de sustituir los píxeles por imágenes de genitales en movimiento. De este modo, el sistema burlaba por completo la censura del porno ofreciendo a los espectadores japoneses mucho más de lo que estaban acostumbrados a ver.
A través de esta tecnología, Nakamoto logró ganar una gran suma de dinero (11 millones de yenes) vendiendo vídeos manipulados a usuarios ansiosos de ver vídeos porno sin censura.
Detención de Masayuki Nakamoto
Fue a finales de octubre de 2021 cuando Masayuki Nakamoto fue arrestado por la policía japonesa. El detenido reconoció desde el primer momento los cargos por los que se le acusaron (violación de derechos de autor y atentar contra la ley 175 del código penal japonés por dinero).
Pese a ello, el detenido no ha podido ser acusado de violar la intimidad de los intérpretes cuyas imágenes manipuló. Y es que, tal y como su abogado declaró al medio Vice, “Este es el primer caso en Japón en el que la policía ha atrapado a un usuario de IA (…) De momento, no hay ninguna ley que penalice el uso de la IA para hacer este tipo de imágenes“.
Como habrás podido comprobar con la historia de Nakamoto, no solo los ataques informáticos pueden vulnerabilizar la privacidad de los demás. Y es que, del mismo modo que el protagonista de esta historia usó una avanzada IA para cambiar los píxeles por elaborados deepfakes, cualquiera puede ir un paso más allá en el sobrecogedor mundo online en el que nos movemos.