Cada generación tiene sus propias revoluciones, y ha tenido que adaptarse a la manera en la que el mundo ha cambiado. Sin embargo, podemos asegurar que la generación millenial, aquella de los nacidos entre los 80 y mediados de los 90, está viviendo una era totalmente caótica en este sentido. Cualquier niño que creciera en los 90 tuvo la oportunidad de elegir una película en el videoclub para verla esa noche, tal vez incluso en formato VHS. Años más tarde, ese mismo niño está ahora enganchado a las series de Netflix, que ve cuándo y dónde quiere, gracias a la revolución del streaming. Internet lo ha cambiado todo, y aunque la frase sea muy típica y recurrente en estos días, no puede ser más real. Lo cierto es que toda nuestra vida está supeditada hoy en día a la red, nos guste o no. El trabajo, las comunicaciones con nuestros amigos y familiares, el ocio, el entretenimiento…
Cuando todavía nos estamos haciendo a esa manera en la que Internet nos ha cambiado la vida, una nueva revolución se asoma, de la mano de esta misma tecnología. La Inteligencia Artificial parece haber llegado a un punto óptimo para ser un verdadero ayudante perfecto en muchas funciones habituales para los humanos. La explosión de Chat GPT fue solo la punta del iceberg, en 2022, para este sector. En realidad, se lleva estudiando y trabajando muchísimo en IA desde hace tiempo, y ya la utilizamos, de manera sutil, en nuestro día a día cotidiano. Cuando hablamos con Alexa o Siri, cuando contactamos con un servicio de chatbot automático en una web, cuando se nos designa para un puesto por el resultado de un algoritmo… La Inteligencia Artificial no solo es el futuro, sino también el presente, y debemos entenderlo como tal, adaptarnos, o quedarnos atrás. De la misma forma que muchos negocios no supieron subirse al carro de la venta online y cerraron por ello, hoy en día son muchos los trabajadores que tendrán que hacer un esfuerzo para aprender sobre IA de cara a seguir en sus puestos. De lo contrario perderán una ventaja inmensa con respecto a los demás. Eso sí, no es todo color de rosa en el mundo de la inteligencia artificial…
Una auténtica revolución tecnológica
Pareciera que nuestra generación debe acostumbrarse a cambiar por completo su forma de trabajar cada década. Algunos todavía no se habían acostumbrado al trabajo online cuando llegan estos chatbots que parecen ser capaces de hacer nuestro trabajo casi mejor que nosotros. En el caso de los profesionales de las artes, o la escritura, la preocupación es máxima. ¿De verdad puede una IA escribir un libro que se venda como si fuera real? No solo eso, sino que es capaz de generar artículos con una calidad asombrosa, y en cuestión de segundos. La Inteligencia Artificial no deja de ser una herramienta, y como tal, dependerá del uso que le demos el que sea negativa o positiva. Ya nos lo mostró la magnífica serie Black Mirror, ese reverso oscuro del avance tecnológico que puede llegar a ser devastador en malas manos.
Deepfake y montajes porno con IA
En algunos capítulos de la propia serie ya se habla sobre la tecnología deepfake, uno de los mayores peligros que nos trae la IA. Hasta hace poco, los montajes que se realizaban sobre vídeos, fotos o audios eran demasiado obvios, así que no solían pasar por realistas. Las cosas están cambiando en los últimos tiempos, y ahora los efectos creados por IA pueden ser tremendamente reales, o al menos lo suficiente como para que muchas personas tengan dudas sobre su veracidad. De hecho, ya son muchas las fotos fake que han pasado como auténticas para una gran cantidad de población en Internet. El efecto de las fake news es cada vez más patente, y los expertos aseguran que de seguir así, llegará un momento en el que será imposible saber, al instante, si una foto o un vídeo es real o no lo es.
El deepfaking es una tecnología que crea montajes hiperrealistas de videos, utilizada como parte de los efectos especiales en películas, para rejuvenecer rostros de actores, por ejemplo. Sin embargo, son muchos los que la han utilizado también para crear contenido pornográfico y explícito con el rostro de actrices famosas que jamás han realizado este tipo de escenas. Las propias celebridades han denunciado este tipo de montajes, ya que afectan directamente a su figura. Tanto es así, que incluso los guionistas y actores de Hollywood se han puesto en huelga por el uso de este tipo de tecnología, pues temen que llegue el momento en el que queden fuera del negocio. El ser humano es como es, y cuando tiene una nueva herramienta la utiliza para la pornografía, como ya sucedió con Internet. Un sueño para muchos, una pesadilla para otras cuantas.
Derechos de imagen en peligro
Hay vídeos en Internet en los que aparece una celebridad realizando unas declaraciones bastante fuertes, que sorprenderían a cualquiera. Podemos verle en movimiento. Es esa persona, no hay duda. Incluso es su voz, tal cual la hemos escuchado tantas y tantas veces. Solo que en realidad todo es un montaje. La Inteligencia Artificial es capaz de conseguir resultados absolutamente increíbles hasta hace poco. Y esto tiene también una parte oscura, en la que todos podemos caer: ya no vamos a poder creer en nada de lo que veamos o escuchemos. Por más que se intenten poner límites a la IA, como se está haciendo en Hollywood, la tecnología ha llegado a un punto de no retorno. Ya no hay marcha atrás, y nuestros derechos también están en peligro.
A lo largo de todos estos años online hemos dado permiso a miles de aplicaciones para que reconozcan nuestro rostro, nuestras huellas dactilares, a toda la galería de fotos, a nuestro propio micrófono en el celular… Hoy en día, una persona experta podría tomar uno de nuestros vídeos, cambiar nuestra voz y hacer que dijésemos cualquier cosa. Y la mayoría de gente tragaría con el montaje, porque estaría muy bien hecho. La situación por parte de actores, modelos y celebridades se vuelve aún más inquietante. Si un intérprete cede sus derechos a una productora, ésta podrá hacer lo que quiera con su imagen, incluyendo rodar escenas que el propio intérprete decida no hacer, simplemente utilizando su rostro sobre la cara de un doble.
¿Se puede limitar su uso?
Es aquí donde empieza a generarse el gran debate sobre el tema. ¿Debemos limitar el uso de la inteligencia artificial para evitar este tipo de fraudes y fakes? O más bien, ¿podemos limitarlo? Es una cuestión que ya se ha dado previamente con muchas otras tecnologías, y normalmente la respuesta ha sido no. Una vez el mundo ya es consciente del potencial que tiene esa herramienta, es tremendamente complicado limitarla. Siempre va a estar a disposición de personas que no le den buen uso, por más que queremos evitarlo. Los gobiernos, eso sí, deben empezar a tomar cartas en el asunto para proteger a los ciudadanos de los peligros que una IA en malas manos puede causar.