Desde que el coronavirus irrumpió en nuestras vidas a principios de este aciago año 2020, las cosas han cambiado mucho en todo el mundo. La llamada nueva normalidad está condicionando mucho las actividades que podemos hacer, y la situación de distanciamiento social y de confinamiento todavía en muchos países provoca que estemos adaptándonos todavía a lo que se nos ha venido encima por culpa de un virus que nos ha cambiado la vida. Los efectos secundarios de la pandemia, los que se notan en la economía y en la salud más allá del propio Covid, están haciendo mella en la población. Parece que la única salvación que nos queda es encontrar un antídoto pronto, en forma de vacuna. Y desde luego que los laboratorios no pierden el tiempo porque hay ya muchos trabajando en ello.
La vacuna contra el Covid parece ser la única medida realmente efectiva para poder volver a la normalidad sin miedo a este virus que tantas secuelas está dejando en la sociedad. Los que soñamos con volver a ver grandes eventos deportivos, con miles de personas, o conciertos y festivales abarrotados, sabemos que la única manera de volver a eso es tener una vacuna que sirva. Sin embargo, no es nada fácil conseguir algo así con toda la presión que tienen encima los científicos, tratando de descifrar el propio virus mientras le buscan un remedio, lo prueban, etc… Las vacunas deben pasar siempre por tres pasos ineludibles para su creación, antes incluso de empezar con las pruebas. De ahí que tarden bastante en muchos casos, simplemente porque no se puede trabajar con seguridad en ellas tan rápidamente.
Un proceso de tres pasos
Casi nunca nos acordamos de los científicos y del trabajo tan encomiable que hacen durante toda su trayectoria, de todos los avances que nos han traído en estos últimos años, para mejorar nuestro nivel de vida y hacer que las enfermedades sean menos peligrosas. Con esto del coronavirus, los científicos han vuelto a estar en el punto de mira, y son muchos los que se han quejado incluso de que la sociedad les exige tener una cura eficaz y rápida para une enfermedad que ha surgido hace apenas unos meses. Para crear una vacuna de una manera cien por cien segura se requieren unos pasos concretos que la prueben correctamente y que permitan que los científicos trabajen con ellas para garantizar su efectividad.
Generación de un antígeno.
Lo primero que se debe hacer para encontrar la vacuna a un virus o a una enfermedad cualquier es estudiar dicha enfermedad, aislar el propio virus si es posible y conocer todos sus detalles, para encontrar fórmulas con los que luchar contra él. Todo esto nos sirve para encontrar el antígeno, el componente principal de la vacuna que será el encargado de desarrollar la función inmune dentro del cuerpo que reciba ese antídoto, para luchar contra el virus o la enfermedad en sí. La generación del antígeno se lleva a cabo en los laboratorios, a través de diversas pruebas en células conjuntas o primarias, como los huevos de gallina. Del éxito de dichas pruebas dependerá que ese estudio pase a la siguiente fase, la del aislamiento.
Aislamiento del antígeno
El antígeno se crea dentro de un complejo sistema de fórmulas, células y demás, y el investigador debe encontrar la manera de aislarlo posteriormente, sabiendo que es el causante del rechazo al virus, y que puede ser la base de la propia vacuna. Ese aislamiento se lleva a cabo para potenciar aún más el poder de ese antígeno, ahora que sabemos que funciona contra ese virus en particular. No suele ser complicado aislar al antígeno en virus y bacterias, pero sí en parásitos, la razón por la cual no hay tantas vacunas efectivas contra las enfermedades provocadas por este tipo de pequeños organismos. El Covid19, sin embargo, es provocado por un virus, así que encontrar su antígeno no debería costar tanto.
Se añaden Adyuvantes, estabilizadores y preservativos
Una vez se ha encontrado el antígeno que sabemos que funciona para desatar la reacción inmune al virus y se ha aislado, para poder inocularlo en los seres humanos, hay un último paso antes de empezar con las pruebas. El antígeno como tal puede tener efectividad, pero los científicos la elevarán mucho más añadiéndole otros componentes, como los adyacentes, que sirven para que la respuesta inmunológica sea más efectiva. Así mismo, los estabilizadores dan un tiempo mayor de efectividad a la vacuna, permitiéndonos no tener que vacunarnos tantas veces seguidas. Por último, los preservativos permiten desarrollar en masa la vacuna, gracias al uso de ampollas que además cuentan con más de una dosis. Todo ello para que la eficiencia del antígeno sea mayor, toda vez que ya se haya ensamblado por completo la vacuna.
Las pruebas de seguridad
La última fase antes de llegar a fabricar en masa la vacuna y distribuirla son las pruebas de seguridad. En el mundo científico, esta fase es la definitiva, la más importante de todas, porque se necesitan pasar varias pruebas de eficiencia real para que la vacuna sea aceptada. El antígeno no debe provocar efectos secundarios graves, y debe utilizarse en su justa medida, adaptándose a cada franja de edad, con dosis especiales para personas afectadas con otras dolencias. Lo usual es que las primeras pruebas de la vacuna completa se lleven a cabo en animales, los que tengan un genoma más parecido al nuestro. Llegado el momento y si esas primeras pruebas salen bien, se pasará al estudio clínico en pacientes humanos que se hayan prestado voluntarios para probar dicha vacuna. Esto puede tardar semanas o incluso meses, debido a los exigentes niveles de eficacia que las instituciones controladores ponen a las empresas farmacéuticas para poner a la venta estas vacunas.